Analizando a John Wayne Gacy

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John Wayne Gacy se erigió como una de las figuras más infames entre los asesinos en serie de la historia estadounidense. Originario de Chicago, Illinois, donde nació el 17 de marzo de 1942, Gacy perpetró el asesinato de no menos de 33 hombres jóvenes entre los años 1972 y 1978. Su historia conmocionó a la opinión pública, no solo por la brutalidad de sus actos, sino también por la sorprendente dualidad de su existencia: un individuo aparentemente ejemplar que, además, se disfrazaba de payaso para animar reuniones vecinales.

Infancia y Juventud

La niñez de Gacy estuvo marcada por la agitación. Su progenitor, un alcohólico maltratador, lo denigraba sin cesar. Gacy padeció acoso escolar y diversas dolencias, lo que repercutió en su evolución social. A pesar de los obstáculos, se esforzó por vivir una existencia común y se dedicó con ahínco a obtener consideración y reconocimiento en su entorno.

Ascenso Social y Vida Doble

Durante los años setenta, Gacy logró consolidarse como un empresario próspero y una figura estimada en su entorno. Creó su propia compañía constructora y participó activamente en iniciativas comunitarias y políticas. No obstante, esta apariencia era meramente superficial. Tras su fachada de ciudadano ejemplar, ocultaba una existencia como depredador.

Ataviado como «Pogo el Payaso», Gacy agredía a sus víctimas después de ganarse su confianza. Se valía de su encanto y estatus social para atraer a jóvenes, principalmente adolescentes y hombres jóvenes, a su residencia. Una vez dentro, los sometía a torturas antes de quitarles la vida. Esta indumentaria y su conducta falaz le otorgaron el apodo de «El payaso asesino».

Método de Trabajo

Gacy seguía un patrón de conducta distintivo. Engañaba a jóvenes ofreciéndoles puestos de trabajo en su compañía o simplemente forjando lazos de amistad y promesas vacías. Una vez que los tenía en su residencia, recurría a artimañas como simular actos de ilusionismo para inmovilizar a sus presas antes de agredirlas. Con frecuencia, sepultaba los cadáveres en el terreno de su propiedad o los lanzaba a un curso de agua próximo. Estos actos se perpetraron mayormente en su domicilio de Norwood Park, lugar donde, a la postre, se descubrirían los vestigios de muchas de sus víctimas.

Indagación y Detención

La ausencia de un muchacho, Robert Piest, en diciembre de 1978, precipitó el desenlace de Gacy. Piest, empleado en una botica, fue visto por última vez dirigiéndose a un encuentro con Gacy para conversar sobre una propuesta laboral. Su extravío motivó una investigación policial más profunda, la cual desveló su siniestro enigma.

La policía descubrió un rastro de evidencia que apuntaba a Gacy, desde objetos personales de las víctimas en su hogar hasta la confirmación de que había tenido contacto con varias de ellas. Con una orden de registro, los investigadores desbloquearon el horror oculto en el espacio de su casa, donde encontraron los cadáveres de 26 víctimas.

Juicio y Sentencia

El juicio de John Wayne Gacy comenzó el 6 de febrero de 1980 y capturó la atención mediática de manera intensa. Gacy intentó alegar locura transitoria, pero su defensa fue rechazada por el jurado, que lo encontró culpable de 33 cargos de asesinato. El 13 de marzo del mismo año, fue condenado a muerte.

Durante su tiempo en prisión, Gacy nunca expresó remordimiento genuino por sus crímenes y se dedicó a la pintura, vendiendo sus obras desde la celda. Finalmente, fue ejecutado por inyección letal el 10 de mayo de 1994 en el Centro Correccional Estatal de Illinois.

John Wayne Gacy perdura en la conciencia pública como la encarnación del mal oculto tras una fachada de aparente normalidad. Sus actos deleznables impactaron profundamente a la sociedad y provocaron discusiones sobre la sensación de seguridad en las comunidades y las características de los asesinos en serie.