Deberías despedirte de todos rápidamente. Lo más querido en mi vida, el cine, la música, los libros, las mujeres, los amigos, ocupan exclusivamente la memoria. No sé si ella falló ante esos sentimientos o ella ante mí. El caso es que no tiene fundamento. Pero los recuerdos siguen leyendo un manual de vitalismo y supervivencia. Por ejemplo: no voy a los conciertos de la gente que quiero, leo, algo misterioso y conmovedor, si se ha convertido en un ejercicio agotador, ir al cine me molesta, mudarme a la gran ciudad de los ultracuerpos gobernada por Internet me provoca y la opresión. Tanto a diario como sea necesario, o si las medidas diarias de supervivencia mental son ignoradas o ignoradas por mí. Pero aquí estamos, aunque sea absurdo.
Y habiendo observado, oído y escuchado directamente muchas veces a los músicos que más admiraba, sólo entro en sus vivencias a través del agarre de un papel, que en algunos medios no conocería las crónicas del día siguiente. Puedes llamar a Bob Dylan o Bruce Springsteen con dos dioses. Veo por segundo en un documental de Movistar Plus+ en el que el abrasivo poeta neoyorquino habla de las memorias que publicó en un libro que no ha leído. Habla de su padre bipolar, de la angustia de su relación con él, de cómo esto aparece después de incontables años en la noche en que nace el primer hijo de Springsteen. Y ahora, y perdonaré tus pies. El juglar también habla de su relación con la fama y la adoración absoluta.
Y Springsteen me hizo pensar cuando declaró lo que sintió al ver a Elvis Presley en televisión: “el rock era alegría, ritmo, sexo, vida”. La alegría de la alegría me encanta. Lo siento con su música atemporal, incluso en las canciones más tristes. Y si el crítico Dylan siempre mantiene su prestigioso misterio en las entrevistas, Keith Richards se descubre riéndose de todo lo que dice antes de haberlo dicho. Y Dios mío, ese hombre volcánico de Belfast llamado Van Morrison es tan hermoso en sus respuestas emocionales en sus canciones, que el entrevistado Springsteen no finge ni sabe ser magnético. ¿De qué más? Su música es alma, hipnosis, vida, sentimiento. Imagínate que esas sensaciones que transmiten perduran interminablemente para las personas con coraje. Ahora y dentro de 100 años de inteligencia artificial.
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