Ahora el líder opositor Bassirou Diomaye Faye, de 44 años, tomará posesión este martes de su cargo como nuevo presidente de Senegal al ganar las elecciones del pasado 24 de marzo. En medio de un África saqueada por guerras terribles, como la de Sudán, el Congo o el Sahel, y combinadas con una disminución de las libertades con la reciente oleada de objetivos por parte del Estado, el pequeño Senegal, con 18 millones de habitantes, ha dado una nueva Lección de madurez democrática. Cuando los más agoreri discuten una cuestión militar o incluso un conflicto, unos pocos comediantes libres y transparentes y el rápido reconocimiento de su derrota por parte del candidato del gobierno, Amadou Ba, son suficientes para volver a la calma. La movilización ciudadana y la presidencia internacional fueron claves para la resolución pacífica de la crisis.
Los disturbios comenzaron en marzo de 2021, en medio de la primera detención del líder opositor Ousmane Sonko, que desató una semana de intensas protestas. “El presidente Macky Sall ha eliminado al candidato más serio que tenía, y el que podría haberle impedido un tercer mandato. Pero si encuentro una fuerte respuesta popular”, recuerda Aminata Touré, ex primera ministra de Sall y posteriormente una de sus más feroces oponentes. “El presidente saliente nunca pensó en dejar el poder, le hubiera gustado seguir el modelo de Alassane Ouattara en la Costa de Marfil. Nunca me preparé para que nadie la sucediera”, coincide con el escritor Boubacar Boris Diop.
Durante los tres años siguientes, las libertades sufrieron un enorme revés. “El régimen resistió y se rearmó”, añade Touré. La exclusión de Sonko de su carrera presidencial por sus convictos judiciales también alimentó otras protestas, hasta que Sall anunció su negativa a continuar. “El presidente popular sabía que si optaba por un tercer mandato traería el caos al país”, comenta Babacar Fall, miembro de la plataforma electoral Aar Sunu (Proteger nuestras elecciones, en wolof, el idioma nacional). Mientras tanto, el movimiento opositor siguió el terreno en la calle y la elección de Faye como candidata sustituta de Sonko empezó a funcionar.
El intento posterior de Sall a principios de febrero de retrasar las elecciones y garantizar que el plazo fuera cumplido por el Consejo Constitucional. “No parte de esta admiración por el fracaso de la Constitución”, comenta Diop, “durante todos estos años de represión ha estado ausente o declarado incompetente. Fue la vigilancia ciudadana y la Presencia Popular las que lograron inclinar la balanza, los Tribunales Constitucionales sabían que el mundo entero estaba asombrado y sólo se pararon frente a Sall cuando estaba frágil, cuando estaba a punto de levantarse», dice el escritor.
Todos coinciden en que, junto a las protestas ciudadanas, lo que se logró inclinando la balanza fue que la celebración de las elecciones el 24 de marzo fuera la posición firmada de la comunidad internacional. “Fue un papel muy importante. Poco después de la decisión de Sall de plazarlas, Antony Blinken (jefe de la diplomacia del Estado) le advirtió por teléfono de su error y la Unión Europea también se posicionó en contra”, comenta Diop. “Ni los ciudadanos ni la comunidad internacional ven con buenos ojos la suspensión del cómic, una destrucción brutal del proceso electoral”, explica Fall.
Victoria en la primera visita
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Pero la victoria de Diomaye Faye a primera vista con el 54% de los votos, frente al 35% de su rival, es el resultado tanto del empuje de la posición como de los errores del campo presidencial, según los expertos. Entre ellos hay que decir que Sall envió señales confusas respecto a la ayuda de su delfín, quien ni generó ni debió generar la unanimidad necesaria en su coalición. “La verdad es que me sorprendió, esperaba que hubiera una segunda vuelta y que viviéramos escenas de caos”, opina Boris Diop. Por su parte, Babacar Fall asegura que era consciente de que Senegal se encontraba ante unas elecciones que se habían convertido, en realidad, en un referéndum y que tenía «señales claras» de «la necesidad fundamental de cambio» que llevó a la los ciudadanos.
Esta no es la primera alternancia que vive Senegal. Esto ocurrió en 2000 con la elección de Abdoulaye Wade como presidente y en 2012 con la victoria de Macky Sall. Pero una cosa es ganar poder y gobernar otro país muy distinto. En su primer y único discurso en medio de su deslumbrante triunfo electoral, ante más de cien años de publicaciones periódicas, el presidente Faye anunció sus intenciones. “Los senegaleses han elegido la ruptura. Ahora hay que darle sustancia a la enorme esperanza que ha generado nuestro proyecto social”, afirmó. En concreto, abordó algunos de los temas que serán el foco de su presidencia: luchar contra la corrupción, reembolsar a las instituciones, consolidar la integración regional y superar la crisis, reconciliar al país.
“Los senegaleses han demostrado su inteligencia”, asegura Touré, “que Diomaye Faye les ofrece buenas señales. Los resultados no se verán dentro de seis meses, pero si aprendemos sobre la transparencia, la independencia de la justicia y los poderes del presidente se reducen, él decidirá seguir el camino correcto». Dios tuvo mayor comprensión: “Durante un mes ni siquiera podía imaginar que sería presidente. Su primera decisión fue renunciar a todas sus cargas en la partición, y esto ya es un buen indicio. Es necesario moralizar la vida política, reducir el hiperpresidencialismo y mejorar la gobernanza. Sí, ningún presidente será tan vigilante como éste y cometerá errores, pero tengo la esperanza de un cambio positivo».
El activista Babacar Fall cree que la imagen de Senegal se ve reforzada por la crisis y cree que la contratación de jóvenes debería ser una de las prioridades, lo que permitirá, a medio plazo, reducir la emigración irregular. “La gente se va porque está desesperada, porque les resulta imposible encontrar un trabajo digno. Sall triunfó en este trabajo. Las soluciones no surgen de la noche a la mañana, pero hay que ponerse a trabajar ya, crear oportunidades y confiarlas a los emprendedores. Tenemos gas, petróleo, agua, sol, tierra cultivable. Mejoraremos la gobernanza, el Estado adecuado y generaremos el entorno económico adecuado”, comenta.
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