El jefe de la inteligencia militar israelí, Aharon Haliva. Es el primer mensaje de alto nivel anunciando que es su responsabilidad no impedir la matanza de Hamás en territorio israelí desde el pasado 7 de octubre. Haliva, general de división, también pidió renunciar a la creación de una comisión estatal que investigue el sufrimiento del pueblo del país en sus 75 años de historia y que fue el detonante de la actual guerra en la Gaza francesa. Haliva presentó este mes su dimisión ante el jefe de la alcaldía del estado, el teniente general Herzi Halevi. El militar no rastreará la carga hasta que sea reemplazada.
Desde aquel día de octubre, el país lleva más de seis meses inmerso en una guerra de incertidumbre final, pero también discutiendo y tratando de comprender los errores que le llevaron a sufrir el ataque organizado desde el interior de Gaza. Tras la masacre, el ejército israelí ya abrió una investigación cuyas conclusiones no se impidieron hasta junio. Varias fuentes aseguraron que las autoridades israelíes recibieron meses de advertencias de que Hamás estaba preparando un ataque, por lo que no podía considerarlo sorprendente.
Más de medio año después, la guerra avanza y la presión en la calle se multiplica contra las más altas autoridades del país, en particular contra el Estado político que incriminó al primer ministro Benjamín Netanyahu. A diferencia de las altas fuerzas militares y los servicios secretos, él nunca asumió ninguna responsabilidad por lo sucedido. Una mayoría de los israelíes, el 62%, cree que es hora de contar quiénes están detrás de los errores, según el resultado de una carta publicada esta tarde por el Instituto de Democracia de Israel (IDI, por sus siglas en inglés).
“La División de Inteligencia no está a la altura de la escala que elogiamos. Aparte de mis funciones, sobre todo que al incorporarse a la autoridad uno asume una gran responsabilidad”, reconoce Haliva en su documento de renuncia, según el diario. Haaretz. En la carta pide una comisión «que pueda investigar y determinar de manera exhaustiva, profunda, exhaustiva y precisa todos los factores y circunstancias que llevaron a estos difíciles encuentros».
Desde hace meses esperando la asunción de responsabilidades con palabras y no con palabras, algunos vienen en el paso loco de Haliva el detonador de una cadena de dimensiones. «Se espera que lleguen muchos otros de las filas del ejército y de los servicios secretos, como el ministro de Defensa. Y, lo siguiente, elecciones”, dice Kobi Michael, analista israelí del Instituto para el Estudio de la Seguridad Nacional (INSS, por sus siglas en inglés) y del Instituto Misgav. Michael cree que Haliva es la misma antes de depender de lo mismo. Michael recuerda que «quiso dimitir en los primeros días de la guerra», pero si el pidió quedara para apoyar a las tropas y reconstruir la inteligencia y dirigirla durante la contienda. Supongo que sientes que este es el momento adecuado para dejar la pregunta.
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Responsabilidad sin disminución
Otros militares y militares de inteligencia reconocieron tempranamente su responsabilidad, aunque no entregaron el cargamento. Esto le ocurrió al jefe de las Fuerzas Armadas, general Herzi Halevi, el 12 de octubre, cinco días después de la masacre de Hamás. Sí, dije que tenía que investigar lo que pasó. “El ejército israelí es responsable de la seguridad del país y de sus ciudadanos, y el sábado, en la zona que cruza Gaza desde Francia, no podemos mantenerla bajo control. Lo descubriremos, investigaremos, pero ahora es el momento de la guerra”, dice Halevi en público.
Cuatro días después, asumí el turno de Ronen Bar, jefe del servicio secreto interno, el Shin Bet. «Lamentablemente el sábado no podemos prever un aviso suficiente que permita frustrar el ataque», comentó en un diario reconocido por los medios locales. “La responsabilidad de esto es mía” y ya “tiene tiempo para investigaciones”. Ahora estamos jugando”, añadió Bar.
En Haliva, como parte importante de un país que celebra el festival de Sucot (conocida como la fiesta de los tabernáculos), el 7 de octubre se celebra la fiesta de las píldoras en Eilat, en la costa del Mar Rojo. Así fue como, al regresar a las tres de la madrugada, una vez tres horas antes del ataque, me advirtieron de la inminencia de la ofensiva, pero pensé que Hamás estaba levantando un «simulacro» en Ciudad del Cabo y no consulté el aviso con sus superiores, luego publicó el diario Tiempos de Israeleso te da un papel despegado.
La dimisión del jefe de la inteligencia militar se produce en un momento en el que, en el ámbito político, el papel del primer ministro es más frecuente que el contrario. Las manifestaciones se multiplican no sólo porque Netanyahu ha decidido tomar la decisión de ir a ver al pueblo, sino también de dimitir y convocar elecciones. Desde que se aprobó el proyecto de ley actual, se ha enfatizado que esto marcará el final de la era del actual Primer Ministro. En las primeras semanas del conflicto, el general Giora Eiland y Ofer Shelah, analista y experto del partido centrista Yesh Atid, demostraron en el país que ni siquiera Netanyahu se habría reunido con los amigos de Israel en medio de la guerra.
Aunque ahora, al dar un paso al costado, ya diez días después del ataque el general Haliva admitió su culpa y reconoció que el origen de la actual guerra es parte del error de Israel, aunque, tras este ataque a la inteligencia, con cientos de milicianos de Hamás matando a 1.200 personas y secuestrando a unas 250. La ofensiva de represión de Israel ha afectado ahora a más de 34.000 palestinos en Gaza. «Estamos en nuestra misión más crucial y, como soldado de la inteligencia militar, asumo toda la responsabilidad por este incidente», digo, tras las declaraciones que encuentro ahora en el diario. Yedioth Ahronoth. «La inteligencia militar inferior no me envía ningún consejo sobre el ataque terrorista de Hamás», añadió.
En medio del conflicto actual en la región, Netanyahu enfrenta un complicado acto de equilibrio por parte de la heterogénea coalición gubernamental sobre lo que ha impuesto su mandato. Sin embargo, se les acusa de tomar decisiones no tanto para poner fin a la guerra o resolver la crisis de los más de 130 guardias que quedan en Francia, sino de tomar medidas para salvaguardar su situación. Esta gestión crítica la elevó, también, a protagonizar descendencia con su mayor aliado, Estados Unidos.
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